...UNA VERDAD POSTUMA...
A mi gran amigo C B
Comprendo ahora lo que la vida me señalaba. Ella, una y otra vez, se encargaba de insinuarme todo acerca de mis ligerezas, de mi soberbia, de esa vanidad tonta y absurda. De mi desamor hacia todo lo que me rodeaba, y sobre todo hacia mí.
Austera y servilmente estaba entregado a las apetencias carnales. Sin tapujos, me burlaba de aquellas frases casi, casi, hechas a modo de parábolas a las que, con insignificancia y hasta desprecio; desoía. Tal vez por miedo, o quizás porque ya sospechaba este encuentro tan inoportuno .
No recuerdo cómo pasó, pero así sucedió entre días sin sol, porque no los veía, más que en alguna u otra ocasión que mi desprendimiento espontáneo al alcohol y a la droga, me regalaran un momento de lucidez. Pero cuando ello acontecía, en contadas ocasiones, me sentía extasiado y hasta infame. Solo que no duraba mucho tiempo en ese discernimiento entre lo bueno y lo malo, dado que una voraz excitación se apoderaba de mí repentinamente, cayendo en esa extraña y asesina opresión que me llevaba a drogarme cada vez con más frecuencia...
Ni recuerdo cómo ni cuando sucedió, lo expliqué antes. Pero aún, haciendo un reconto de mi vida, no llegaré a ninguna u otra conclusión contraria, salvo la mísera reflexión que quizás, pueda servir de apoyo, a chicos como tu, que todavía pueden lograr huir de esta voracidad tan oscura y dolorosa.
Me llamo SEBASTIÁN, tengo 25 años. Fui criado como hijo único, entre los cuidados y cariño que los padres pueden observar y entregar a sus hijos. Mi vida estaba rodeada de obligaciones, entre estudios, juegos, y deporte; hasta que al conocer a CLAUDIO; cambió mi destino.
Quizá, siempre me sentí distinto. Solo cabía en mí, estar disconforme con mi cuerpo. Siempre me sentí distinto a los demás; nunca supe qué era lo que me pasaba. Eso creía, y ahora entiendo, aunque entonces, ya todo se perfilaba inexorablemente ambiguo y conmovedor.
CLAUDIO, era la antítesis mía. Lo conocí en el Country Club. Yo recién había comenzado a trabajar en el Banco y había concurrido a entrenarme como era mi costumbre; al natatorio. Si bien tuve algún que otro romance con chicas, jamás pude sentir esa cosa a la que llaman amor. Quizá, me asustaba pensar que cierta vez, siendo un niño, yo me había enamorado de mi propio maestro, así que traté de olvidar esa situación que me llenaba de vergüenza. Pero no así, cuando descubrí por primera vez, la ansiedad que me provocaba estar cerca de JORGE.
Mi padre me hablaba sobre el sexo, de mujeres con cierta morbosidad. Me llevó a un prostíbulo para yo tuviera mi primera relación sexual... Me daba dinero y hasta las llaves de la casa de Belgrano, para que yo tuviera mis encuentros con supuestas señoritas de la alta sociedad. Toda esta parodia me volvía loco. Buscaba desesperadamente encontrarme entre todo este absurdo. Decididamente, no me animaba a pensar siquiera, en ser homosexual. No lo aceptaba (quizás porque no me animaba a enfrentar a mis padres... o a mi propia verdad).
CLAUDIO me cambió la vida. No fue fácil resolverlo, mucho menos en mi entorno. Produjo en mí, cierta inquietud primero. Luego las charlas cada vez más animadas. Viajes a la costa o a Punta del Este, hasta que llegó la droga y con ello todo lo demás. Al principio, reconozco que el pudor me bloqueaba insistentemente hasta que las evidencias (que no se podían desterrar) y lo descerebrado que estaba de amor hacia él, me permitieron admitirme como un Gay en esta sociedad tan hipócrita. Decidí no entrar en ese juego despótico y farsante. Me asumí. Decidí vivir mi amor y con ello la locura de sentirse amado...
Pasó casi un año entre viajes, salidas, juergas... CLAUDIO me había pedido ir a vivir juntos. Mis padres, no deseo hablar demasiado de ello por el dolor que me causa. Mi padre cuando supo que su único hijo era gay; le dio un infarto. Se lo dije un domingo de Pascuas. Desde entonces, mi madre vive en una singular y diría eterna soledad, signada por la muerte y el dolor.
Todo parece enfrentarse a uno mismo. Las paradojas de este tránsito mundano, nos llevan a caer en descreimientos, en conformismos a veces, en volvernos autistas montados a una cruz de lamentos y arrepentimientos.
Todo pasó hace apenas unos cinco años. La relación entre él y yo pasó a ser nada más que un atormentado recuerdo. A su partida a quien sabe dónde y con quien, pasé mucho tiempo sumido en una profunda depresión. Mi adicción se hizo cada vez más evidente. Perdí mi empleo, algunos amigos se acercaban a mi departamento, en el que ya pocas cosas quedaban porque las iba vendiendo para comprar más droga. Al tiempo, ya recibía visitas ocasionales donde descargaba todas mis broncas e impotencias... además del sexo. El consorcio estaba dispuesto a echarme. No podían pero enviaban patrulleros cuando el alboroto era insoportable.
Es cierto que toda esa promiscuidad, llegó hasta el punto de convertirme en un asqueroso e infame parásito descerebrado... Lo reconozco, como también, que mi infortunio amoroso fue nada más que una excusa para reflotar al ser rebelde que había en mí.
Hace dos años me llamó CLAUDIO, su voz no era la misma, algo quebrada quizás... me hacía acordar a la voz de mi padre cuando se enteró mi verdad... Aunque no sé si fue peor escuchar la voz de CLAUDIO; o recordar a mi padre. Hablamos un poco. Se notaba cansado y hasta agitado. Tosía de vez en cuando y me comentó que tenía fiebre. Quise ir a verlo. Él me lo impidió pues no quiso decirme desde dónde hablaba. Una semana más tarde, CRISTIAN, un amigo en común, vino a mi departamento, traía una carta de CLAUDIO para mí donde me anunciaba su terrible. Enfermedad, de la cual no lograba mejorar.
Hoy hace 1 mes que estoy internado, tratando mi miserable humanidad. CLAUDIO ya no sufre. Mi dolor no me deja vivir, mis recuerdos y aquellos días tan oscuros se presentan como esas oportunidades que tuve para cambiar mi vida y no supe aprovechar.
Por ello, no puedo decir, cómo, cuando ni dónde ocurrió. Jugué y desafié las tramas del destino. Hoy, esta quimera que nos signa a todos los mortales defectuosos, me lleva a ofrecerte mis palabras: ¡Nunca es tarde para cuidarte!
-La prevención es vital y necesaria para nuestro cuerpo y espíritu.
-No discrimines nunca a un enfermo de SIDA, no olvides que ella te ronda y te puede atrapar si te abandonas.
-Como el amor pasa por uno mismo al otro; también lo hace el SIDA si no tomas prevenciones...
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Nota: SEBASTIÁN no pudo terminar esta carta, el SIDA no se lo permitió y lo llevó a una muerte penosa con sus fantasmas a cuestas. Que no te pase lo mismo que a él.
"...Comienza amando de verdad, preserva al otro de este dolor..."
INDIANA A. BAUER
Mención de Honor y medalla
C.O.P.S.E E. Echeverría año 2000
Derechos Reservados