Hoy decidiste cruzar el umbral en soledad. Tu voz suave y tierna quedará en mi recuerdo, tu fineza y la risa chillona pero moderada no rebotarán en estas paredes que quedan vacías.
Te quise y te quiero. Quizá fuiste esa abuela que necesité y dejaste que te amara mientras esa "Indianita" iba creciendo hasta ser la mujer que te llora en silencio.
Nuestras conversaciones, largas y aménas en alguna confitería capitalina quedaron atrás pero no en mi memoria.
¡Gracias tía por todo este amor incondicional! nosotros, tus sobrinos, hemos sido los hijos que no tuviste pero que cobijaste hasta que la vida y las circunstancias nos separaron.
¡Te amo!
Indiana
Joyas del racismo argentino (1)
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