lunes, 16 de junio de 2008

HOLA, me presento...



Muy pocas veces deseamos mostrar quienes somos. A veces nos ocultamos hasta de nosotros mismos y no permitimos aflorar el verdadero interior.

La escritura siempre ha sido mi único placer y deseo compartirlo contigo.

Si bien no soy buena escribiendo sé que soy ocurrente y ello me ha brindado muchísimas satisfacciones.

Te voy a presentar una narración cuya historia fué real, cómica y hasta muy deplorable, no para mí, sino para los actores invisibles de esta historia. No voy a dar apellidos pero imaginá a los nombrados "Patricios Intelectuales de Esteban Echeverría". Aquellos que por décadas han quedado y seguirán pegados a sus sillones intentado fomentar la "Literatura entre 5 ó 6 personajes" dentro de la comuna sin dejar a las nuevas generaciones expresarse y trabajar seriamente en favor de la Unidad y la Cultura ...
Con mi amiga Silvia Lorenzo (de Monte Grande) logramos articular un tallercito literario donde ella daba sus clases. Fué una maravillosa experiencia que cada martes y jueves esperábamos reencontrarnos. Hicimos una linda fusión con respeto y mucha alegría porque el factor humano fué muy bueno. Nos costó mucho llevarla a cabo por las discrepancias y altanerías de los actores invisibles (los patricios intelectuales) que, como éstaban aburridos, se dedicaban a amenazar a mi amiga por teléfono...

¿CRONICAS Y REVESES INTELECTUALES?

Como diría el Persa Omar: ¡Cuán débil es el hombre y cuán implacable su destino!
Sí, a mí me pareció correcto este epíteto que nos descifra como simples criaturas tentadas a golpear al mundo sin darnos cuenta en cómo caemos en las más locas argucias o vanidades. Entonces, me imagino a la providencia tranquila y solemne, observando desde su torreón todos nuestros pasos. Escudriñando silenciosa, nuestros pensamientos hasta que un día cansada de ver nuestro tonto hábito nos da un feroz revés y ahí caemos como un pesado tonel al agua.
No sé por qué expreso esto. Será porque los aficionados a las letras no sabemos nunca lo que hacemos. No entendemos por qué, repentinamente, nos ataca el desmesurado placer de garabatear las hojas en blanco. Es como si fuese una jugosa tentación de romper con las imposiciones más complejas determinadas por esta sociedad, nuestra rebeldía ante la injusticia y las malas obras aunque sean nuestras... ¡Qué sé yo! Miro esto, tacho o agrego pero algo quedará impreso, lo sé: ¡Una espantosa obra de arte!, pero no es mi culpa, sino a la falta de inspiración...
¡Ah!, pero la consigna es otra: narrar sobre la primera reunión de este taller. ¡Hum!, Veamos. Un día cualquiera, hablando con Silvia, contándole mis cuitas y tropezones con diversos eruditos en la materia, decidimos organizar este taller en conmemoración a nosotros: "los presentes".
Durante año y algo más postergamos nuestra decisión hasta que el 22 de abril se lanzó el tan esperado proyecto, sin contar las contrariedades y chanchullos de los " Patricios Intelectuales" que arremetieron sus plumas hacia nuestras cabezas. Pese a todo, aquí, nos hemos reunido ávidos de conocernos, y casi diría, algo temerosos e indecisos. Debo confesar que estaba aterrada, pues, mi mente era una bolsa de gatos y esa musa perezosa y tranquila parecía no querer dictarme las palabras tan anheladas para hacer un poema. ¡Es culpa de la musa, no mía!
Aclaro que ni los sonidos de la naturaleza me sirvieron para crear algo armonioso y serio. ¿Será que me falta seriedad? Puede, pero eso sí, es culpa del destino.
Todos lograron armar su proyecto de acuerdo a las consignas que entregó Silvia, pero claro, a mí me tocó escribir sobre el beso. Entonces, entre el beso rubí y el olor a rosa-té apareció vaya a saber por dónde, un peregrino que seguramente, como mi musa venía adormilada desde un bosque imaginario y una cascada, se llevó por delante un pino y me mandó por el camino incierto del poema. ¡Esto fue culpa de Silvia y también de mi musa que se quedó dormida!
Si a esto le debo agregar un condimento de seriedad, bueno, trataré de hacerlo. Pero en mi opinión, nada mejor que un clima de amistad y concordancia como el que hemos experimentado en el taller para lograr nuestros objetivos. La humildad es un detalle imprescindible para realizarse en la vida y lograr esa fraternidad con nuestros congéneres. Así que, mi terrible deseo es que nos promulguemos a favor de esta identidad con respeto y amor hacia nosotros y a la cultura, y, aclaro, que este interés, me parece, no es culpa de nadie sino de todos nosotros, los que hoy estamos acá...


Indiana Bauer
29-4-2003
Taller Literario del Club Jornada De Monte Grande

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